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Una oscuridad infinita


Una oscuridad infinita

Algunas personas se refieren a su noche oscura como si fuera un reto que deben afrontar y superar cuanto antes. «He atravesado una noche oscura —dicen—, pero ya ha terminado.» Para algunos, lo que consideran una noche oscura quizá sea sólo un atisbo de lo que significa la verdadera oscuridad del alma, especialmente si la superan con relativa rapidez y facilidad, y más aún si la persona que la experimenta se ufana de haberla superado rápida y eficazmente. 

La verdadera noche oscura no puede ser despachada tan a la ligera. Deja una marca indeleble y cambia a una persona para siempre. No es algo de lo que debamos ufanarnos. La noche oscura puede perturbarnos profundamente, sin ofrecernos ninguna salida, salvo quizá depender de nuestra fe y nuestros recursos más allá de nuestra comprensión y capacidad. La noche oscura requiere una respuesta espiritual, no sólo terapéutica. Nos empuja hasta los límites de lo que nos es familiar y conocido, obligándonos a tratar de analizar cómo funciona la vida y quién o qué lo controla todo. La noche oscura sirve al espíritu obligándonos a depender de algo más allá de la capacidad humana. En ocasiones nos permite vislumbrar nuevas y misteriosas posibilidades.

Los matices de la oscuridad

Tomaremos nota de varias personas que fueron presa de esa especial noche oscura, incluyendo a Oscar Wilde, el escritor victoriano que fue encarcelado por su homosexualidad. Tras ser puesto en libertad, Wilde escribió a un amigo: «Mi deseo de vivir es tan intenso como siempre, y aunque tengo el corazón destrozado, los corazones están hechos para ser destrozados: por eso Dios envía desgracias al mundo...

Ahora el sufrimiento me parece algo sacramental, algo que convierte a quienes toca en santos... Todo materialismo en la vida embrutece el alma».


Wilde sufrió de soledad y la pérdida de su interesante vida, y en algunos aspectos salió de la cárcel hundido. Pero este pasaje muestra que aprendió mucho, y expresa en un lenguaje perfecto lo que yo deseo decir aquí: dejarse imbuir de los valores de la cultura materialista «embrutece el alma».

El papel de la noche oscura puede servir para refinar nuestra sensibilidad, y para mostrarnos la forma de convertirnos en una persona multidimensional y dotada de instrumentos de gran eficacia y precisión. Para vivir tu «matiz» particular, lo primero que debes aprender es a renunciar al lenguaje clínico que lo clasifica todo bajo unas determinadas etiquetas. Cuando describas lo que te ocurre, cíñete a tu experiencia personal. Penetra debajo de la capa de lenguaje e ideas que uno aprende de la televisión y las revistas sobre el «problema» De cada uno. Deja que éste se revele tal como es, no como la industria terapéutica pretende que sea. La medicina y la psicología, como muchas otras instituciones de la vida moderna, prefieren el caso que se puede comprender y tratar al individuo irreductible. Imaginan restituirle su salud mental, pero no se ven capaces de ayudarle a cumplir con su destino y descubrir el significado de la vida. Por último, y esta quizá sea la tarea más difícil, concédete lo que necesitas a nivel más profundo. Cuidados más que curas. Organiza tu vida de forma que favorezca el proceso.

Estás incubando tu alma, no viviendo una aventura heroica. Suaviza tu estilo de vida. Busca los alivios que puedas, pero no luches contra este proceso. Concéntrate, reflexiona, piensa y habla sobre tu situación seriamente con amigos de confianza. 


Autor: Thomas Moore

Fuente: Libro "Las noches oscuras del alma"